¡Hola a todos! De nuevo vuelvo este 26 de marzo, sábado nublado aquí en Algeciras, para (¡Por fin!) traeros la tercera (Aunque no la última) entrega de la serie de relatos "Un viaje en tren". En el último capítulo vimos como Alan y Susan se quedaban aislados en la parte trasera del vagón y sin salida. ¿Conseguirán salir? Aún no se sabe...
-Parece que nos hemos quedado atrapados.
-Eso parece.- Tuvo que reconocer al fin. Se notaba que aquella situación le incomodaba bastante. ¿Quién la había cerrado? Y sobre todo... ¿Por qué? Aquello carecía totalmente de sentido. Entonces le pegó un fuerte puñetazo a la puerta, lleno de rabia en su interior. Luego intentó estampar su cuerpo contra la puerta, con escaso éxito. A continuación intentó darle una certera patada. Tampoco dio resultado alguno. Dio unos pasos atrás. En aquella situación la fuerza bruta no le serviría de mucho. <<¿Qué puedo hacer?>> se preguntaba. Entonces miró a su alrededor, en busca de algo que le pudiera ayudar a escapar con vida de ahí lo antes posible. Analizó todos los rincones de aquel pequeño espacio. <<Creo que ya lo tengo.>> se dijo de pronto. Entonces, agarró una escalerilla de mano oculta en la parte trasera exterior del vagón. <<Perfecto. Esto me servirá.>>.
Con cautela, colocó correctamente la escalerilla de mano, de tal manera que pudo subir con gran destreza a la parte superior del techo sin problemas.
-¿Pero a donde vas?- Le preguntó la inocente chica desde el suelo.
-A cargarme a ese capullo.- Le respondió él sin pensarlo mientras miraba a otro lado.
-¿Cómo? Pero... ¡Pero si aún no sabes ni quién es!
-Ya lo sé.- Tuvo que admitir.- Aunque no tardaré en averiguarlo.
-Espera.- Le pidió al tiempo que le sujetaba firmemente por la muñeca con sus suaves manos.- Déjame ir contigo. Por favor...
Por un momento llegó a considerar esa opción durante unos segundos, aunque la declinara al momento. No quería arriesgar la vida de una persona inocente. No de aquella manera. No quería asumir riesgos innecesarios.
-Lo siento.- Le rechazó mientras iba soltando su mano poco a poco.- No tardaré, te lo aseguro. Tu sólo espérame aquí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.- Terminó aceptando la chica.- Oye... Sólo una cosa más. Protege a mi abuelo, te lo pido por favor.
-¿Cómo?- Se extrañó Alan.- ¿A quién te refieres?
-Me refiero al señor mayor que viaja con tres niños pequeños. Ellos son mis hermanos.
-D-De acuerdo.- Tartamudeó Alan por unos instantes. En tan sólo diez segundos aquella chica había hecho cambiarle de perspectiva entorno a aquel señor.
<<5b, 4b, 3b, 2b... Este debe de ser>>. La verdad es que aunque fuera bastante raro en las locomotoras de aquella época, aquella locomotora en especial tenía parte del techo acristalado, lo que permitía disponer de un aumento de luminosidad considerable. Aquello le era una gran ventaja para Alan, ya que le permitía ver sin problemas el contenido de cada cubículo, aunque por otro lado tuviera que tener mucho cuidado en no realizar movimientos bruscos. Aquel vagón en particular contenía unos diez cubículos bien diferenciados, cinco a la izquierda y otros cinco a la derecha. En concreto su cubículo tendría que ser el denomidado "2b". Se llevó uan gran sorpresa al comprobar que allí no había absolutamente nadie. <<¿A donde habrá ido?>>, se preguntaba en su interior. Cuando ya llevaba bastante más de la mitad del trayecto cumplido tuvo que esquivar rápidamente un puente que se le venía hacia delante aferrándose con fuerza a uno de los laterales del tren. Suspiró. <<Por poco>>.
Por fin ya se encontraba pisando suelo seguro. Con cierta elegancia y mucha destreza consiguió bajar sin problemas del angustioso techo. Aunque por desgracia su tranquilidad duró bien poco hasta que sintió como un certero golpe en la espalda le tumbaba de repente en el suelo. <<¡¿Pero qué co...?! ¿Eh?>>. Se trataba de un hombre blanco, alto, con el pelo marrón despeinado y con una barba de tres o cuatro días. Llevaba una anticuada chaqueta marrón algo roída y unos pantalones de color marrón muy claro. Y era aquel hombre el que le estaba apuntando con un arma corta.
-Un movimiento en falso y no dudaré en disparar. Las manos justo donde yo las vea. Estate quieto.
Entonces, en un rápido movimiento de piernas Alan consiguió darle de pleno en la entrepierna, agarrándole firmemente de la manos para tirarlo hacia delante. A continuación se levantó sin respiración para coger el arma que había quedado abandonada en el suelo, apuntándole sin pensarlo en la frente.
-¿Quién cojones eres tu? Vamos, responde.- Le preguntó Alan mientras iba recuperando la respiración poco a poco.
-Policía.- Le contestó al tiempo que se sacaba de su chaqueta una placa de la policía nacional inglesa.- Tu debes de ser Alan Jay, ¿me equivoco?
Entonces fue cuando de verdad se quedó sin habla.
-E-En efecto. ¿Cómo sabes quién soy?
-Estoy de misión extra-oficial. Me han encargado que te cubra las espaldas mientras tu cumples tu misión. Pero veo que tu me has encontrado antes que yo a tí.
-Mmm... -Se quedó Alan bastante pensativo.- Veo que el departamento superior hace bien su trabajo. Me alegra saberlo.
-Y a mi también, pero... ¿Podrías dejar de apuntarme con el arma de una vez?
-Ah, si, claro.- Y así dejó de apuntarle.
-Inspector Clyde. Es un placer.- Se presentó extendiendole la mano a continuación.
-Lo mismo digo.- Le respondió Alan mientras le estrechaba con firmeza la mano.- Bueno, yo tengo que terminar aún una misión. Y hablando de misiones...- Se le apagó a voz mientras iba tomando consciencia de la situación.- Aún tengo que mirar una cosa.- Y a continuación corrió como alma que lleva el diablo hacia su cubículo. Lo que vió allí le sorprendió aún mas si cabía.
-Hola de nuevo, señorito.- Le saludó amablemente su viejo acompañante.
Allí se encontraban los cuatro. Entonces Alan cerró la pierta con cautela, sacando un arma de su bolsillo y apuntándole en la cabeza al pobre viejo. Ni se inmutó.
-¿Pero qué le pasa? ¿Por qué no reacciona?
Un conocido sonido resonó de nuevo en el cubículo. La puerta se había cerrado. Susan estaba gritando.
Continuará...
-Eso parece.- Tuvo que reconocer al fin. Se notaba que aquella situación le incomodaba bastante. ¿Quién la había cerrado? Y sobre todo... ¿Por qué? Aquello carecía totalmente de sentido. Entonces le pegó un fuerte puñetazo a la puerta, lleno de rabia en su interior. Luego intentó estampar su cuerpo contra la puerta, con escaso éxito. A continuación intentó darle una certera patada. Tampoco dio resultado alguno. Dio unos pasos atrás. En aquella situación la fuerza bruta no le serviría de mucho. <<¿Qué puedo hacer?>> se preguntaba. Entonces miró a su alrededor, en busca de algo que le pudiera ayudar a escapar con vida de ahí lo antes posible. Analizó todos los rincones de aquel pequeño espacio. <<Creo que ya lo tengo.>> se dijo de pronto. Entonces, agarró una escalerilla de mano oculta en la parte trasera exterior del vagón. <<Perfecto. Esto me servirá.>>.
Con cautela, colocó correctamente la escalerilla de mano, de tal manera que pudo subir con gran destreza a la parte superior del techo sin problemas.
-¿Pero a donde vas?- Le preguntó la inocente chica desde el suelo.
-A cargarme a ese capullo.- Le respondió él sin pensarlo mientras miraba a otro lado.
-¿Cómo? Pero... ¡Pero si aún no sabes ni quién es!
-Ya lo sé.- Tuvo que admitir.- Aunque no tardaré en averiguarlo.
-Espera.- Le pidió al tiempo que le sujetaba firmemente por la muñeca con sus suaves manos.- Déjame ir contigo. Por favor...
Por un momento llegó a considerar esa opción durante unos segundos, aunque la declinara al momento. No quería arriesgar la vida de una persona inocente. No de aquella manera. No quería asumir riesgos innecesarios.
-Lo siento.- Le rechazó mientras iba soltando su mano poco a poco.- No tardaré, te lo aseguro. Tu sólo espérame aquí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.- Terminó aceptando la chica.- Oye... Sólo una cosa más. Protege a mi abuelo, te lo pido por favor.
-¿Cómo?- Se extrañó Alan.- ¿A quién te refieres?
-Me refiero al señor mayor que viaja con tres niños pequeños. Ellos son mis hermanos.
-D-De acuerdo.- Tartamudeó Alan por unos instantes. En tan sólo diez segundos aquella chica había hecho cambiarle de perspectiva entorno a aquel señor.
<<5b, 4b, 3b, 2b... Este debe de ser>>. La verdad es que aunque fuera bastante raro en las locomotoras de aquella época, aquella locomotora en especial tenía parte del techo acristalado, lo que permitía disponer de un aumento de luminosidad considerable. Aquello le era una gran ventaja para Alan, ya que le permitía ver sin problemas el contenido de cada cubículo, aunque por otro lado tuviera que tener mucho cuidado en no realizar movimientos bruscos. Aquel vagón en particular contenía unos diez cubículos bien diferenciados, cinco a la izquierda y otros cinco a la derecha. En concreto su cubículo tendría que ser el denomidado "2b". Se llevó uan gran sorpresa al comprobar que allí no había absolutamente nadie. <<¿A donde habrá ido?>>, se preguntaba en su interior. Cuando ya llevaba bastante más de la mitad del trayecto cumplido tuvo que esquivar rápidamente un puente que se le venía hacia delante aferrándose con fuerza a uno de los laterales del tren. Suspiró. <<Por poco>>.
Por fin ya se encontraba pisando suelo seguro. Con cierta elegancia y mucha destreza consiguió bajar sin problemas del angustioso techo. Aunque por desgracia su tranquilidad duró bien poco hasta que sintió como un certero golpe en la espalda le tumbaba de repente en el suelo. <<¡¿Pero qué co...?! ¿Eh?>>. Se trataba de un hombre blanco, alto, con el pelo marrón despeinado y con una barba de tres o cuatro días. Llevaba una anticuada chaqueta marrón algo roída y unos pantalones de color marrón muy claro. Y era aquel hombre el que le estaba apuntando con un arma corta.
-Un movimiento en falso y no dudaré en disparar. Las manos justo donde yo las vea. Estate quieto.
Entonces, en un rápido movimiento de piernas Alan consiguió darle de pleno en la entrepierna, agarrándole firmemente de la manos para tirarlo hacia delante. A continuación se levantó sin respiración para coger el arma que había quedado abandonada en el suelo, apuntándole sin pensarlo en la frente.
-¿Quién cojones eres tu? Vamos, responde.- Le preguntó Alan mientras iba recuperando la respiración poco a poco.
-Policía.- Le contestó al tiempo que se sacaba de su chaqueta una placa de la policía nacional inglesa.- Tu debes de ser Alan Jay, ¿me equivoco?
Entonces fue cuando de verdad se quedó sin habla.
-E-En efecto. ¿Cómo sabes quién soy?
-Estoy de misión extra-oficial. Me han encargado que te cubra las espaldas mientras tu cumples tu misión. Pero veo que tu me has encontrado antes que yo a tí.
-Mmm... -Se quedó Alan bastante pensativo.- Veo que el departamento superior hace bien su trabajo. Me alegra saberlo.
-Y a mi también, pero... ¿Podrías dejar de apuntarme con el arma de una vez?
-Ah, si, claro.- Y así dejó de apuntarle.
-Inspector Clyde. Es un placer.- Se presentó extendiendole la mano a continuación.
-Lo mismo digo.- Le respondió Alan mientras le estrechaba con firmeza la mano.- Bueno, yo tengo que terminar aún una misión. Y hablando de misiones...- Se le apagó a voz mientras iba tomando consciencia de la situación.- Aún tengo que mirar una cosa.- Y a continuación corrió como alma que lleva el diablo hacia su cubículo. Lo que vió allí le sorprendió aún mas si cabía.
-Hola de nuevo, señorito.- Le saludó amablemente su viejo acompañante.
Allí se encontraban los cuatro. Entonces Alan cerró la pierta con cautela, sacando un arma de su bolsillo y apuntándole en la cabeza al pobre viejo. Ni se inmutó.
-¿Pero qué le pasa? ¿Por qué no reacciona?
Un conocido sonido resonó de nuevo en el cubículo. La puerta se había cerrado. Susan estaba gritando.
Continuará...
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