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Secuestrada (I)


     ¡Hola a todos! Hoy vuelvo con una nueva serie de relatos llamada Secuestrada. En este caso prefiero no desvelaros la historia, ya que prefiero que la descubráis por vosotros mismos. Yo sólo os digo que merece la pena leerlo ;). Espero que os guste y saludos!



Capítulo 1: Cuentas pendientes.

     25 de Diciembre.
     Día de búsqueda número 99.

    A los pocos segundos consultó su viejo reloj de pulsera. Era exactamente las 09:58 y aún no había desayunado. En ese momento se encontraba sentado en la parada del autobús esperando al cuarto autobús del día. El de las diez en punto, el cual estaba al caer. Apenas tenía hambre, la verdad. Hacía ya poco más de tres meses que comía sin ganas. Pero aún así sabía que tenía que hacerlo. No le quedaba otra. Él no era de los que se regocijaban en su miseria, de los que se rendían a la primera de cambio. No tan fácilmente. A continuación inspiró y suspiró profundamente, llenando sus pulmones del frío aire que reinaba en la zona. Aquel día el pueblo entero se había teñido de blanco debido a las copiosas nevadas de la noche anterior. Lo que consigo no había traído más que una heladez propia del invierno más frío en muchos años del pueblo. Aún no había visto ningún mercurio por el lugar, aunque suponía que la temperatura debía rondar los menos cinco grados mas o menos.

    Se llamaba Alan, Alan Jay, y tenía treinta y seis años. Era de constitución fuerte, mas o menos delgado pero fuerte. Y medía un metro y setenta y seis centímetros. Lo normal, vamos. Por otro lado era de carácter fuerte, alegre y fuerte, aunque frío y calculador si se le ponía a prueba. Tenía una habilidad innata para los cubos de rubik y las deducciones mentales. Las matemáticas se le daban bien. Pero no era muy bueno en filosofía.

    Se levantó de inmediato al ver de reojo como el cuarto autobús del día aparecía por la esquina al fondo de la calle principal. Las 10:02. Aún mantenía la vista fija hacia el frente. La típica mirada penetrante que lo caracterizaba siempre que se encontraba pensativo. Aunque en ese momento tuviera la mente en blanco. No pensaba en nada claro. Sólo en lo que iba a hacer a continuación. En nada más.
    Poco a poco vio como el pequeño autobús desaceleraba en dirección a la parada hasta frenar completamente. Dos segundos después sus pisadas subiendo hacia el autobús fue lo único que se oía. Luego se sentó en uno de los asientos de más al fondo. No deseaba que nadie lo molestase en aquel momento.

    Ya habían pasado 99 días. Exactamente tres meses y ocho días desde que ella desapareció sin dejar rastro alguno. Se llamaba Alice, y tenía unos dos años menos que Alan, 34. Era una chica alta, guapa, de carácter alegre, simpática, algo soñadora, emotiva... Le encantaba. Siempre sonreía cada vez que pensaba en su novia... Hasta el día de su repentina desaparición. Aquella noche discutieron. “¿Se puede saber a dónde habías ido? Me tenías preocupada”. Siempre que pensaba en ella su mente recordaba automáticamente aquellas inocentes palabras. “¿Sabes qué? Yo me voy ya a la cama. No te aguanto”. Aún recordaba como quince minutos más tarde se fue a acostar junto a ella... Y como a la mañana siguiente ya no estaba a su lado.

                                                                              Continuará...
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Que empiece a llover...


    Es increíble que todavía recuerde aquel día como si hubiese pasado justo ayer.

    Aún recuerdo el día en el que llegué por primera vez a esta ciudad. Por aquél entonces yo aún era bastante joven, aún no había terminado secundaria, siquiera. Ya sabéis, el típico niño siempre despierto, atento, determinado, organizado... En fin, aquello si que eran buenos tiempos. Recuerdo aquel día en el que llegamos por primera vez a nuestra querida casa. Ya os podéis imaginar como me encontraba, emocionado, rebosante de alegría.

    Otro recuerdo que me viene a la mente fue mi primer día en aquel nuevo instituto. En aquel año yo entraba a Tercero de la ESO, y también fue cuando la conocí ella.

    Aquellos primeros días recuerdo que fueron maravillosos. También recuerdo que la primera vez que hablamos fue para pedirme unos apuntes de Matemáticas. Y aún sonrío cuando pienso en ello. No puedo evitarlo.

    Pasados aquellos locos días llegó octubre, noviembre, diciembre... Y con ello la primera vez que quedamos. Yo personalmente no lo llamaría una cita, pero creo que al final se terminó convirtiendo en eso. Supuestamente habíamos quedado en la biblioteca principal de mi ciudad para resolver una exposición que nos habían encargado para la clase de Lengua. En nuestro caso habíamos quedado en hacerlo sobre los tigres en peligro de extinción. Y como queríamos repetir quedamos de nuevo. Aquel día tuvimos la suerte de que no llovió. Aún todavía conservo en mi mente aquella estampa. Dos chicos sentados en uno de los bancos del parque uno pegados al otro charlando sobre nuestros temas favoritos. Y entonces fue cuando salió aquella pregunta...

    – ¿Cuál es tu sueño favorito?- Le pregunté sin rodeos.
    – ¿Mi sueño favorito? Pues... - Por un breve momento se quedó pensativa- Ya sé, besar a un chico bajo la lluvia, ¿y tú?
    – Que empiece a llover...
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Nueva Bloggera 2.0

     Hola a todos de nuevo! Hoy (al menos para mí) es un día bastante importante en el blog, ya que marca un antes y despues en su historia. Y es que a partir de hoy tenemos una nueva bloggera participando en este blog, Raoks, del blog Raoks World. Aun así ella continuará trabajando en su blog, el cuál tiene textos verdaderamente buenos, como Capítulo 1 o Amistad. No os olvidéis de echarles un vistazo antes de seguir leyendo ;). Espero que continúe mucho más tiempo y que veamos muchos más relatos de esta gran escritora. Nos vemos! ;)
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Sábado.


 ¡Hola! Me incorporo al tema; soy Raoks, tengo otro blog (pero no creo que me conozcáis por él), y tomo parte de este ya que Jonathan necesitaba horas extra, y a mí me sobran demasiadas.
Un relato corto, dedicado a mis días favoritos. Que se disfrute :)

Era agradable aferrarse a las sábanas, rodeada por una aureola de calor, sintiendo como el frío se quedaba tras la vidriera, al igual que las gotas de lluvia que golpeaban el cristal.
Se sentía una bien, más si era sábado por la mañana.
Sentía confortable el hecho de no hacer absolutamente nada; no tener que estudiar, hacer deberes o trabajos escolares, sin deber de ayudar en casa. Nada.

Podía disfrutar muchos días de esa sensación, pero en los días de lluvia era más agradable. No sabía por qué, la lluvia tenía un efecto melancólico que le gustaba. Viendo los árboles zarandeándose por el viento. Mirando a lo lejos, sin ver el horizonte. Viendo sólo una espesa capa blanca, sin saber ella si por niebla o por la sábana clareada, causada por el efecto de las gotas cayendo en cascada.

Con la habitación totalmente a oscuras, exceptuando la ínfima luz que se colaba entre las oquedades de las nubes, rebotando en la corteza y atravesando el cristal humedecido de la ventana. Con su mente divagando por miles de caminos y senderos; por el futuro, por su pasado. Por dos espacios paralelos y diferentes, con el punto de fusión en el presente. En el momento que ahora efectuaba al pensar; entre el de antes, que estaba dormida; entre el de dentro de dos minutos, que estaría con una taza de café caliente entre las manos.

En días así, días que te vacían el cuerpo de preocupaciones y son únicamente de calma; de tranquila divagación por los pasillos de tu casa. Días en los que piensas más que dices; en los que vives sola, por y para ti. Días en los que no sales de la cama, sólo das vueltas una y otra vez, tomando más aperitivos que chinos hay en el mundo, sentándote frente a la ventana y sin parar de hacer bocetos, cansada de las palabras, de las mentiras. Plasmando todo tal como lo ves. Dejando huella de ti en el mundo.

En días así. Días de lluvia.
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Se busca personal 2.0


          ¡Hola a todos! ¿Qué tal os va el fin de semana? ¿El instituto? ¿El
trabajo? Espero que bien ;)
         ¿Alguna vez en la vida os ha pasado que es como si os faltaran horas en el día? No porque se os haya hecho corto, como me suele ocurrir algunas veces. Yo me refiero a esos momentos en los que desearías que el día te dejara al menos tres horas más para hacer lo que quieras. Pues precisamente ese es el problema que suelo tener. Últimamente le llevo dando vueltas al tema sobre qué rumbo debería tomar con mi blog. Bien, ya tengo poco más de 1200 visitas, 7 seguidores únicos... y ahora, qué? Yo personalente creo que ya va siendo hora de que le dé el empujón definitivo ese que le hace falta a mi blog. El problema es la falta de tiempo. Y desde luego creo que por organización de tiempo no es. Por eso precisamente busco a alguien, algún colaborador que me pueda ayudar y quiera formar parte de ese empujón.
         En realidad sólo busco a eso: Un colaborador, compañero o como lo queráis llamar. No alguien que esté las 24 horas pegadas a la pantalla del ordenador, sólo alguien que colabore: Alguien que publique una entrada como mínimo a la semana, que me dé ideas, sugerencias para el blog, y que me ayude a mejorarlo. Por supuesto quien sólo quiera publicar entradas de vez en cuando y demás también es bienvenido. Sólo necesito alguien que cubra ese tiempo, ya que por eso hay veces en las que sólo puedo publicar dos o tres veces al mes. Por eso.
         Si estáis interesados en colaborar enviadme un correo a mi dirección (jonathan_dark97@hotmail.com) y en cuanto que tenga algo de tiempo me pondré en contacto con vosotros. También escribiendo un comentario con vuestra dirección de correo electrónico vale. Y recordad que cuantos más mejor. Saludos y perdón por enrrollarme tanto! xD.


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Urgente

¡Hola de nuevo y buenas noches a todos! Hoy como complemento os traigo un nuevo relato, en este caso de misterio, sobre una chica que desaparece inesperadamente enviándole a su novio varios mensajes extraños. ¿Qué habrá detrás de todo esto? Quién sabe...
 
          Si os digo la verdad no entendía exactamente el porqué, pero aquel día me encontraba fatal. Tenía... Como si fuera una especie de presentimiento, de que algo malo estaba a punto de ocurrir.
          Era un 19 de septiembre de un buen año. Aquel día el cielo estaba totalmente nublado... En realidad no parecía ni que fuera de día, si no más bien que ya estaba anocheciendo; de que el sol ya se había puesto. Y para colmo, parecía como si el cielo estuviera a punto de romper a llorar, de que de repente fuera a caer una tromba de agua impresionante. Pero, aún así, todavía se podía distinguir a lo lejos las gigantescas montañas y la espesa niebla que las cubrían. Aquello no tenía descripción, pero también es verdad que lo mío tampoco. Aun sigo sin entender el porqué, pero esta misma mañana recibí una extraña llamada a mi número de móvil. Era el número de teléfono de mi actual novia. Se veía que primero había llamado a mi móvil, y que al no poder contestarle ya que lo tenía apagado por motivos de trabajo me llamó otra vez, y otra vez más, unas tres veces en total. Aquella llamada la había calificado como “Muy Urgente”. Entonces, al percatarme de que algo ocurría, la llamé inmediatamente.
          Un tono, dos tonos, tres tonos... “Vamos, contesta...” Cuatro tonos, cinco tonos... “Bip!”. De pronto me di cuenta de que había recibido un mensaje. También lo había calificado como “Muy Urgente”. “Esto no puede ser...” Algo ha tenido que ocurrir... “Esto puede estar pasando”.
 
          Mañana próximo capítulo ;) Saludos a todos de nuevo!
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Colección de frases célebres (II)

          ¡Hola a todos los que estéis leyendo este blog desde Algeciras! Después de un intenso verano preparando un nuevo rediseño del blog, preparando nuevas entradas, nuevas historias, nuevas tramas, nuevos relatos volvemos con las pilas recargadas para una nueva temporada. Hoy de entrada os traigo la segunda parte de la serie "Colección de frases célebres", nos os entretengo más. Sólo espero que os guste y que reflexionéis sobre estas frases. Nos vemos! ;)

11. "Saber y no recordar, es lo mismo que ignorar." Proverbio español
12. "Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar." Ernest Hemingway
13. "No llores porque ya se terminó... sonríe, porque sucedió." Gabriel García Márquez (Y ésta es una de mis favoritas, xD)
14. "Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho." Del libro: Martín Fierro
16. "Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar." Antonio Machado
17. "Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos." Antístenes
18. "Unos gustan decir lo que saben; otros lo que piensan." Joseph Joubert
19. "Amo las limitaciones, porque son la causa de la inspiración." Susan Sontang
20. "El mentiroso tiene dos males: Ni cree ni es creído." Baltasar Gracián

          Eso es todo, chic@s. Sólo espero que os haya gustado y que comentéis que sólo son dos segundos. Saludos y hasta la próxima! ;)
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Sensaciones


          ¡Hola a todo el mundo un día más! Ante todo pediros perdón por todo el tiempo que hace que no escribo debido a los exámenes finales y demás. Hoy os traigo una especie de relato escrito por una compañera y amiga del instituto. Espero que os guste! ;)

          "Me gusta el sonido de la lluvia contra el cristal. Me gusta verte llorar de alegría. El calor de una manta mientras fuera no deja de soplar el viento. El calor de tus abrazos aunque no haga frío. Una buena película, mezclada con palomitas. Una película para estar a oscuras y poder mirarte sin que te des cuenta. El picor del sol sobre la piel en un día de verano. El roce de tu cuerpo contra el mío. Sentir el mar contra mi piel acalorada. Sentir tu saliva refrescando mi boca. Caminar sobre el césped húmedo. Caminar a tu lado. Contemplar un amanecer. Contemplarte. Despertarme porque un rayo de sol acaricia mi rostro y ver el desayuno preparado en la mesa. Despertarme con un beso tuyo, que lo primero que vea en el día sea tu sonrisa. Que haga frío y tener una bufanda que me proteja. Que tenga miedo y me cojas de la mano. Que alguien me diga te quiero. Que me lo digas tú. El sonido de la naturaleza. El sonido de tu voz. Saborear un helado. Saborear tus besos. Pequeños detalles que hacen que la vida sea mejor. Aún mejor."

     Escrito por M.J.
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Una mañana cualquiera


          ¡Hola y buenas tardes, gente! Hoy os traigo uno de mis textos de humor llamado "Una mañana cualquiera", que, por cierto, es el prólogo del libro que estoy escribiendo. Espero que os guste! No os olvidéis de comentar y haceros fans en Google, Facebook, Twitter y demás si os gusta! ;)


    Poco a poco fue entreabriendo los ojos, al tiempo que iba comtemplando su bella y esbelta silueta. Rápidamente se frotó los ojos, llenos de legañas, pero pronto se dio cuenta de que aquello no era ningún sueño. Vio como una preciosa chica, de unos 25 años se encontraba a cuatro patas encima suya, con tan sólo unas bragas y un sujetador negros. Era una chica rubia, con un precioso y joven rostro. Poco a poco fue notando como sus suaves y cálidas manos iban recorriendo pausadamente su torso. Y como le hablaba dulcemente.
    -Alan... ¿Ya estás despierto, chico?- Le decía en voz baja.- Vamos, ya te he preparado el desayuno. ¿O prefieres quedarte un ratito más?- Tranquilamente fue frotando su nariz contra la suya. Hasta que se comenzaron a besar, cada vez con más intensidad. Aunque de repente Alan comenzó a notar algo raro. Se dio cuenta de como aquella chica tenía la lengua extremadamente caliente, jadeaba con demasiada intensidad y, comenzaba a soltar babas por toda su cara. Algo no encajaba... Hasta que se despertó de verdad. Estaba besando al perro, el cuál estaba recostado sobre la cama. Entonces fue cuando Alan empezó a gritar a los cuatro vientos.
    -¡¡¡Ahhh!!! ¡Pero será posible! ¡¡Joder, maldita sea!!

            ...En fin, demasiado cierto como para ser verdad.

Por: Jonathan Molina
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Persecución (2ª Parte)


          ¡Bonjour! ¿Cómo estáis todos? Bueno, ahora os traigo la segunda parte del relato "Persecución", en el que la inspectora de policía Kate y el agente Gerard tendrán que detener como sea a dos mafiosos en Londres. Ahí va!

    -De acuerdo. ¿Y la parte económica?- Le interrogó el hombre que tenía justo enfrente, un hombre arrogante, con el cabello negro despeinado, unas grandes gafas de sol, una chaqueta negra con camisa blanca y la corbata desaflojada, y cruzado de piernas con un martini en su mano izquierda.
    -Pues habíamos pensado en dividirla a partes iguales, ¿qué le parece?- Le contestó el tipo que se sentaba justo enfrente suya, un hombre con una chaqueta marrón y las manos cruzadas.
    -Ni de coña, tío.- Declinó su oferta justo antes de darle un trago a su vaso.- O un 75% para mí y para Tim, o nada.
    -¿Cómo?- Se asombraba el tipo de las manos cruzadas.- ¿Y qué pretendes? ¿Que nos dividamos el otro 25% entre cinco personas? Ni hablar. ¿O es que quieres que te recuerde cómo matasteis a esa pobre dependienta sin motivo alguno?
    -Ya os dijimos que fue en defensa propia. ¿O es que no se mete en esa cabezota que tienes?- Le gruñó el chico del martini y las piernas cruzadas.

    De mientras, a unos pocos metros de allí, la inspectora Kate y el agente Gerard les observaban con cierta cautela escondidos tras unos verdes setos.
    -Mira, Gerard. ¿Ves los dos tipos que están sentados en la cafetería de allí enfrente? El más joven de los dos, el que parece que tiene 25 años, viene de una mafia italiana. Por el contrario, el señor que parece tener unos 40 pertenece a una de las mafias rusas mas poderosas de hoy en día. Por eso esta misión es tan importante.
    -Interesante.
    -¿Qué quieres decir con “Interesante”?
    -Quiero decir que me parece interesante. Nada más.
    Kate soltó un breve resoplido de aire. Estaba escudriñando a través de sus prismáticos a ver si encontraba algo que les pudiera ser de utilidad. De nuevo sacó su walkie-talkie del bolsillo de su chaqueta.
    -Atención de nuevo a todas las unidades. Puedo ver a los dos. Están sentados en una cafetería charlando. Quedaros todos en vuestros puestos. Nosotros esperaremos a que salgan. A ver que hacen. A mi señal. Corto.
    -Espera, se están levantando.- Señaló Gerard.- Ya se van.
    -No te preocupes. Lo tenemos todo controlado. Prepara tu arma. Vayámonos de aquí.
    Poco a poco y con gran disimulo se sentaron en una de las mesas al aire libre de la cafetería. Vieron como los dos hombres enchaquetados caminaban tranquilamente por la calle charlando como si nada. Y Kate y Gerard hicieron lo mismo. Entonces, sin que ninguno de los dos se lo esperara, los dos tipos cogieron por una calle sin salida.
    -¡Kate, se nos escapan!
    -No te preocupes, Gerard, no podrán escapar, te lo aseguro.- Le respondió Kate bastante confiada de sí misma.
    De todo menos pequeña fue su sorpresa cuando vio como aquellos dos tipos subían a toda prisa una larga escalera hasta lo alto del edificio. Se estaban escapando. Se habían dado cuenta.
    -¡Oh, mierda!- Se lamentó Kate al tiempo que corría hacia ellos a todo gas. A una buena distancia entre ellos corrían y corrían sin parar. Aunque pronto cayó en la cuenta de un pequeño detalle: Gerard había desaparecido. Fugazmente miró hacia atrás. No le veía. Sólo sabía que estaba corriendo sobre los tejados de aquellos antiguos pisos tan rápido como su delgado cuerpo le permitía.
    De mientras, los dos mafiosos entraron por la puerta de un saliente del tejado. Luego cayeron sobre una planta totalmente oscura, sólo alimentada de luz mediante las grietas presentes en el destrozado techo. En aquella sala sólo había muebles viejos y bastante roídos. Después bajaron unas estrechas escalerillas que les condujeron hasta la planta baja del edificio, ya que el ascensor no funcionaba.
    Entonces Kate  se percató de cómo su teléfono móvil estaba sonando. Era Larry, uno de los agentes a su disposición.
    -¿Qué pasa ahora?- Le respondió Kate con una voz notablemente cansada.
    -Kate, le hemos encontrado. Va caminando por la calle principal. ¿Le seguimos?
    -¡¿Cómo?!

                                            Continuará...

Por: Jonathan Molina
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Colección de frases célebres (II)


          ¡Hola a todos de nuevo! Ya son más de 400 visitas a nuestro blog, por lo que ante todo quiero agradecer a todas las personas que han hecho esto posible. Muchas gracias! Bueno, hoy también os traemos la segunda parte (De diez) de frases célebres de distintos personajes a lo largo de la historia. Lo dicho: Que lo disfrutéis! ;)

11."Saber y no recordar, es lo mismo que ignorar." Proverbio español
12."Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar." Ernest Hemingway
13."No llores porque ya se terminó... sonríe, porque sucedió." Gabriel García Márquez
14."Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho." Francisco de Quevedo
15."Un padre que da consejos más que un padre es un amigo." Del libro: Martín Fierro
16."Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar." Antonio Machado
17."Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos." Antístenes
18."Unos gustan decir lo que saben; otros lo que piensan." Joseph Joubert
19."Amo las limitaciones, porque son la causa de la inspiración." Susan Sontang
20."El mentiroso tiene dos males: ni cree ni es creído." Baltasar Gracián
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Un viaje en tren (4ª Parte)


          ¡Hola otra vez, otro día a todo el mundo! Hoy (Por fin!!) llega la cuarta parte de la serie de relatos "Un viaje en tren", en la que veremos qué ocurre desde el final de la tercera parte, en la que de pronto Alan se quedaba atrapado en el cubículo de su vagón junto con el sospechoso de bomba. Así que no os hago esperar mas, ahí va!

    Un conocido sonido resonó de nuevo en el cubículo. La puerta se había cerrado. Susan estaba gritando.
    -¡¿Pero qué...?!- Se sorprendió Alan, el cuál se daba cuenta de como la situación estaba cambiando repentinamente para peor. Al momento intentó forzar el pomo de la puerta con todas sus fuerzas, aunque de pronto notó como estaba totalmente bloqueada.- ¡Mierda!- Se repetía una y otra vez en su interior. Tenía que hacer algo, y rápido. No quedaba tiempo para pensar. Así que, sin pensárselo dos veces, se dirigió hacia su bolsa de viaje, agarró su arma oficial, rápidamente comprobó que estaba cargado y disparó contra pomo de la puerta.
    Entonces salió disparado como un rayo hacia fuera.
    -Esto no puede estar pasando.
    Aún no se lo podía creer cuando vio al inspector Clyde a su derecha, con un corpulento hombre apuntándole sin remordimientos a la cabeza, y a Susan a su derecha con otro corpulento hombre apuntándole de la misma forma.
    -¡Tira el arma o los matamos a los dos!- Le ordenó uno de los secuestradores mirando fijamente el revólver que Alan sostenía firmemente con las manos.
    -¡No lo hagas, Alan!- Le pidió Susan con un tono desesperado.
    -Tu cállate.- Le reprimió su secuestrador con un brusco gesto de manos. Tenía una voz bastante grave y autoritaria.
    Alan se dio cuenta de cómo los segundos se hacían eternos. ¿Qué iba a hacer? En ese momento estaba en pleno trance emocional.
    -Renuncio.- Se limitó a decir.
    -¿Cómo?- Se preguntó el inspector Clyde mas incrédulo que nunca.- ¡Pero Alan! ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?
    -Perfectamente.- Contestó mientras le miraba con cara apenada al tiempo que tiró su arma lo mas lejos que pudo.- Ahora soltad a los dos. Después de  todo, ya tenéis lo que queríais, ¿no? Soltad a los dos y cogedme a mí.
    Entonces fue cuando los dos secuestradores bajaron las armas.
    <<¿Eh?>>, se quedó sorprendido Clyde. <<¿Está... sonriendo?>>
    Efectivamente. Estaba sonriendo de oreja a oreja. Algo se traía entre manos. Era como si un destello de luz se hubiera encendido en su mente. Ya lo tenía.
    Edwar Milton. Ese era su nombre. Aquella persona que instantes antes estaba apuntando fijamente a Susan con su pistola. Un asesino en serie bastante conocido por la policía londinense. Y precisamente el caso que Alan estaba estudiando en esos momentos. Y precisamente con el que había tropezado momentos antes al salir hacia fuera del vagón a toda prisa. Tenía los ojos verdes. Por eso sospechaba del viejo que le acompañaba en su cubículo. Al momento cayó en la cuenta de su equivocación. Todo estaba conectado. Ahora todo encajaba.
    -Vaya.- Dijo Alan rompiendo el tenso silencio que se respiraba.- Veo que ahora también secuestras jovencitas y todo. Interesante.- Se metió las manos en los bolsillos....- Vas progresando.- … Para luego mirarlo fijamente.
    <<Claro, ya entiendo.>>, se fijó el inspector Clyde. <<Lleva otro revólver en el bolsillo. Por eso no tuvo inconveniente alguno en tirar su otra arma. Chico listo.>>.
    Precisamente el revólver que su gran amigo Conrad le había regalado antes de partir.
    -Cállate.- Le ordenó Edward.
    -Oye, ¿qué tal si te llamo Ed? Suena mejor, ¿no crees?
    -¡Que te calles!- Se comenzó a poner nervioso.
    -¿Y porqué tendría de hacerlo?- Le retó Alan.
    -Por Barry.- Le respondió señalado con un dedo justo detrás de él.

     Poco a poco consiguió entreabrir los cansados ojos de su rostro. Notó que ya estaba cayendo la tarde, el sol ardiente ya se estaba poniendo, y la nubes comenzaban a ocupar gran parte del bello paisaje. Pronto se dio cuenta de cómo estaba atado de pies y manos con unas duras cuerdas. O quizá no tan duras. Con un poco de destreza y algo de mano derecha consiguió cortar las cuerdas con una discreta navaja escondida en el bolsillo trasero de su pantalón. Seguidamente despertó a Susan y Clyde, los cuáles estaban inconscientes y también atados de pies y manos. A continuación, sin explicación ninguna, le dio la mano firmemente a Clyde, dándole un fuerte abrazo rápidamente a Susan.
    -¿Pero a dónde vas?- Le preguntaron Susan y Clyde casi al unísono.
    -Pues, a hacer un poco de escalada.- Le contestó Alan al mismo tiempo que le guiñaba un ojo a Susan.

                                                                        Continuará...

Por: Jonathan Molina
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Clase de silogismos

          ¡Hola de nuevo a todo el mundo! Hoy 20 de marzo, semana santa pasada por agua, os traemos junto con una nueva etiqueta llamada "Algo de Humor", una colección de diez silogismos, y para quién no sepa que son, son versos (Humorísticos o no) de reflexionamiento, pero mejor que lo veáis visualmente:

Silogismo 1:
A quién madruga Dios le ayuda…
Quién madruga, duerme por la tarde…
Quién duerme por tarde, no duerme por la noche
Quién no duerme en la noche, sale de juerga
Conclusión: Dios ayuda a los que salen de juerga!!!

Silogismo 2:
Dios es amor.
El amor es ciego.
Steve Wonder es ciego.
Conclusión: Steve Wonder es Dios.

Silogismo 3 :
Me dijeron que "Yo soy nadie".
Nadie es perfecto.
Luego, yo soy perfecto.
Pero, solo Dios es perfecto.
Por lo tanto, Yo soy Dios.
Si Steve Wonder es Dios
Yo soy Steve Wonder !!!
Conclusión: ¡Mierda!!! ¡Soy ciego!!!

Silogismo 4:
Imagínate un pedazo de queso suizo, de aquellos bien llenos de agujeros.
Cuanto más queso, más agujeros.
Cada agujero ocupa el lugar que en el que habría queso.
Así, cuanto más agujeros, menos queso.
Cuanto más queso, más agujeros y cuantos más agujeros menos queso.
Conclusión: Cuanto más queso menos queso.

Silogismo 5
Nada es mejor que la felicidad eterna.
Dicen que "Un tomate es mejor que nada".
Conclusión: Un tomate es mejor que la felicidad eterna

Silogismo 6
Beber alcohol mata a las neuronas...
las neuronas que mueren son las mas débiles...
mueren las más débiles quedan las mas fuertes e inteligentes...
Conclusión: cuanto más alcohol bebo más inteligente me hago
Nota: No te entusiasmes que sólo es un silogismo…

Silogismo 7
Pienso, luego existo.
Las rubias tontas no piensan.
Luego, las rubias tontas no existen.
Mi amigo dice que no es maricón porque sale con una rubia inteligente.
Si una rubia inteligente saliese con mi amigo... Sería una tonta.
Como las rubias tontas no existen, mi amigo no sale con nadie.
Conclusión: ¡¡¡Mi amigo es maricón!!!

Silogismo 8
Hoy en día, los trabajadores no tienen tiempo para nada.
Ahora, los vagos… tienen todo el tiempo del mundo.
El tiempo es dinero.
Por lo tanto,  los vagos tienen más dinero que los trabajadores.
Conclusión: ¡Para ser rico, no hay que trabajar!

Silogismo 9
Cuando bebemos alcohol en exceso, terminamos borrachos.
Cuando estamos borrachos, dormimos.
Cuando dormimos no cometemos pecados.
Cuando no cometemos pecados, vamos al Cielo.
Conclusión : ¡Para ir al Cielo hay que ser Borracho!!!

Silogismo 10
Nada es mejor que la felicidad eterna.
Dicen que cualquier cosa es mejor que nada.
Conclusión: Cualquier cosa es mejor que la felicidad eterna.

Silogismo 11
Si yo soy Dios y, por tanto, ciego.
Dios ayuda a quien sale de noche.
Yo salgo por la noche.
Conclusión: Yo me ayudo a mí mismo.

Pero…¿cómo sé que es de noche si soy ciego? ¿Es que soy muy inteligente porque bebo mucho alcohol? ¿Es que soy perfecto? ¿O es que no soy nadie? ¿Siempre encuentro el camino de casa (el Cielo) porque estoy siempre borracho? Pero sobre todo… ¿Tendrán algo que ver los agujeros del queso?
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Persecución (1ª Parte)


          Hi everyone! Con la cuarta parte del relato "Un viaje en tren" a la vuelta de la esquina, hoy os traemos una nueva serie de relatos llamada "Persecución", y si en el anterior relato hablábamos de un policía británico con un tren a punto de estallar por unos secuestradores, hoy hablamos de otro policía de operaciones especiales, aunque esta vez en una Londres mas actual y viva, en la que nuestro protagonista tendrá que detener a toda costa a un terorista con muy malas intenciones, aunque no le sea nada fácil. En fin, que lo disfrutéis!



     Al rato comprobó la hora de su reloj de pulsera. Eran las doce y treinta de la mañana. Ya era la hora, pensó.
     La verdad es que, aquel día, hacía una mañana espléndida. El sol ya casi se situaba en su punto mas alto, y no había ni una sola nube en el claro horizonte.
     En teoría ya le debería haber llamado. Quizás se habría retrasado un poco. O simplemente quizá se hubiera olvidado llamarle. El caso es que, al cabo de unos tres minutos más, terminó por llamarle él, aunque por desgracia no recibiera respuesta alguna. Ya se estaba impacientando. El se encontraba apoyado de espaldas sobre una cabina telefónica, de esas de color rojo típicas de la capital inglesa. Ella, por el contrario, se acercaba hacia él con paso tranquilo y con las manos metidas en los bolsillos de su  chaqueta marrón. Llevaba dibujada una tímida sonrisa en su cálido rostro. De confianza o de traviesura, él no acababa de entender a qué se debía.
    -Un poco más y se nos duerme la presa, ¿no crees? - Le dijo el en un tono algo irónico al tiempo que dejaba de apoyarse sobre la cabina.- ¿Por qué no contestaste a mi llamada?
    -No se, ¿por qué debería hacerlo?
    -Que sepas que me estaba preocupando.
    -¿Por quién, por la presa o por mí?- Le interrogó la chica al tiempo que colocaba su mano suavemente sobre su hombro izquierdo, mientras le miraba fijamente.
    -¿Y qué se supone que debo contestar yo a eso?- Le respondió el en voz baja. Ella le quitó su mano del hombro.
    -Bueno, tu sabrás.- Hizo una pausa- ¿Todavía no le has visto por ninguna parte?
    -Aún no. Se supone que debería de pasar por aquí en unos diez minutos.- Volvió a comprobar la hora en su reloj de pulsera.
    -Mmm...- Pensó ella.- Interesante.- Terminó por decir mientras miraba a todas partes. Entonces sacó un pequeño y discreto walkie talkie de su bolsillo, por el que de repente comenzó a dar instrucciones sin parar.- Quiero que os repleguéis todos. Colocaros en puntos estratégicos, esquinas, cruzes de calles, sitios altos... Quiero que os mováis. Y estad bien atentos. Estamos buscando un varón blanco de unos cuarenta años, con el pelo negro y ojos marrones, con una nariz muy pronunciada. Estatura media. Corto.
    -Veo que lo tienes todo bajo control, ¿eh?
    -Bueno, ese es mi trabajo. ¿Estás preparado?
    -Más que preparado.- Le contestó decididamente.
    -En ese caso sígueme. Creo que ya lo tengo.- Le ordenó al mismo tiempo que puso su cálida mano sobre la fría culata del arma que llevaba bien sujeta al cinto.
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Colección de frases célebres (I)

         
          ¡Hola a todos y a todas otro día aquí en Relatos 2.0! A partir de ahora añadimos una nueva etiqueta, esta vez de frases famosas y célebres de distintos personajes históricos. Una recopilación de diez partes con diez frases famosas en cada una, y aquí va nuestra primera entrega. Que lo disfrutéis!

1."La confianza en uno mismo es el primer peldaño para ascender por la escala del éxito."  Ralph Waldo Emerson
2."La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo." Galileo Galilei
3."Se aprende poco con la victoria, en cambio mucho con la derrota." Proverbio japonés
4."Deja de mirar la puerta que se cerró, pues nunca encontrarás la que se ha abierto frente a tí." Proverbio español
5."Todo hombre es como la Luna; tiene una cara oscura que a nadie enseña" Mark Twain
6."Los viajes son en la juventud una parte de educación, y en la vejez, una parte de experiencia." Francis Bacon
7."Más vale ser un cobarde un minuto que muerto todo el resto de tu vida." Proverbio irlandés
8."Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche." Oscar Wilde
9."Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo." Albert Camus
10."En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento." Albert Einstein
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Un viaje en tren (3ª Parte)

           ¡Hola a todos! De nuevo vuelvo este 26 de marzo, sábado nublado aquí en Algeciras, para (¡Por fin!) traeros la tercera (Aunque no la última) entrega de la serie de relatos "Un viaje en tren". En el último capítulo vimos como Alan y Susan se quedaban aislados en la parte trasera del vagón y sin salida. ¿Conseguirán salir? Aún no se sabe...

    -Parece que nos hemos quedado atrapados.
    -Eso parece.- Tuvo que reconocer al fin. Se notaba que aquella situación le incomodaba bastante. ¿Quién la había cerrado? Y sobre todo... ¿Por qué? Aquello carecía totalmente de sentido. Entonces le pegó un fuerte puñetazo a la puerta, lleno de rabia en su interior. Luego intentó estampar su cuerpo contra la puerta, con escaso éxito. A continuación intentó darle una certera patada. Tampoco dio resultado alguno. Dio unos pasos atrás. En aquella situación la fuerza bruta no le serviría de mucho. <<¿Qué puedo hacer?>> se preguntaba. Entonces miró a su alrededor, en busca de algo que le pudiera ayudar a escapar con vida de ahí lo antes posible. Analizó todos los rincones de aquel pequeño espacio. <<Creo que ya lo tengo.>> se dijo de pronto. Entonces, agarró una escalerilla de mano oculta en la parte trasera exterior del vagón. <<Perfecto. Esto me servirá.>>.
    Con cautela, colocó correctamente la escalerilla de mano, de tal manera que pudo subir con gran destreza a la parte superior del techo sin problemas.
    -¿Pero a donde vas?- Le preguntó la inocente chica desde el suelo.
    -A cargarme a ese capullo.- Le respondió él sin pensarlo mientras miraba a otro lado.
    -¿Cómo? Pero... ¡Pero si aún no sabes ni quién es!
    -Ya lo sé.- Tuvo que admitir.- Aunque no tardaré en averiguarlo.
    -Espera.- Le pidió al tiempo que le sujetaba firmemente por la muñeca con sus suaves manos.- Déjame ir contigo. Por favor...

    Por un momento llegó a considerar esa opción durante unos segundos, aunque la declinara al momento. No quería arriesgar la vida de una persona inocente. No de aquella manera. No quería asumir riesgos innecesarios.
    -Lo siento.- Le rechazó mientras iba soltando su mano poco a poco.- No tardaré, te lo aseguro. Tu sólo espérame aquí, ¿de acuerdo?
    -De acuerdo.- Terminó aceptando la chica.- Oye... Sólo una cosa más. Protege a mi abuelo, te lo pido por favor.
    -¿Cómo?- Se extrañó Alan.- ¿A quién te refieres?
    -Me refiero al señor mayor que viaja con tres niños pequeños. Ellos son mis hermanos.
    -D-De acuerdo.- Tartamudeó Alan por unos instantes. En tan sólo diez segundos aquella chica había hecho cambiarle de perspectiva entorno a aquel señor.

    <<5b, 4b, 3b, 2b... Este debe de ser>>. La verdad es que aunque fuera bastante raro en las locomotoras de aquella época, aquella locomotora en especial tenía parte del techo acristalado, lo que permitía disponer de un aumento de luminosidad considerable. Aquello le era una gran ventaja para Alan, ya que le permitía ver sin problemas el contenido de cada cubículo, aunque por otro lado tuviera que tener mucho cuidado en no realizar movimientos bruscos. Aquel vagón en particular contenía unos diez cubículos bien diferenciados, cinco a la izquierda y otros cinco a la derecha. En concreto su cubículo tendría que ser el denomidado "2b". Se llevó uan gran sorpresa al comprobar que allí no había absolutamente nadie. <<¿A donde habrá ido?>>, se preguntaba en su interior. Cuando ya llevaba bastante más de la mitad del trayecto cumplido tuvo que esquivar rápidamente un puente que se le venía hacia delante aferrándose con fuerza a uno de los laterales del tren. Suspiró. <<Por poco>>.
    Por fin ya se encontraba pisando suelo seguro. Con cierta elegancia y mucha destreza consiguió bajar sin problemas del angustioso techo. Aunque por desgracia su tranquilidad duró bien poco hasta que sintió como un certero golpe en la espalda le tumbaba de repente en el suelo. <<¡¿Pero qué co...?! ¿Eh?>>. Se trataba de un hombre blanco, alto, con el pelo marrón despeinado y con una barba de tres o cuatro días. Llevaba una anticuada chaqueta marrón algo roída y unos pantalones de color marrón muy claro. Y era aquel hombre el que le estaba apuntando con un arma corta.
    -Un movimiento en falso y no dudaré en disparar. Las manos justo donde yo las vea. Estate quieto.
    Entonces, en un rápido movimiento de piernas Alan  consiguió darle de pleno en la entrepierna, agarrándole firmemente de la manos para tirarlo hacia delante. A continuación se levantó sin respiración para coger el arma que había quedado abandonada en el suelo, apuntándole sin pensarlo en la frente.
    -¿Quién cojones eres tu? Vamos, responde.- Le preguntó Alan mientras iba recuperando la respiración poco a poco.
    -Policía.- Le contestó al tiempo que se sacaba de su chaqueta una placa de la policía nacional inglesa.- Tu debes de ser Alan Jay, ¿me equivoco?
    Entonces fue cuando de verdad se quedó sin habla.
    -E-En efecto. ¿Cómo sabes quién soy?
    -Estoy de misión extra-oficial. Me han encargado que te cubra las espaldas mientras tu cumples tu misión. Pero veo que tu me has encontrado antes que yo a tí.
    -Mmm... -Se quedó Alan bastante pensativo.- Veo que el departamento superior hace bien su trabajo. Me alegra saberlo.
    -Y a mi también, pero... ¿Podrías dejar de apuntarme con el arma de una vez?
    -Ah, si, claro.- Y así dejó de apuntarle.
    -Inspector Clyde. Es un placer.- Se presentó extendiendole la mano a continuación.
    -Lo mismo digo.- Le respondió Alan mientras le estrechaba con firmeza la mano.- Bueno, yo tengo que terminar aún una misión. Y hablando de misiones...- Se le apagó a voz mientras iba tomando consciencia de la situación.- Aún tengo que mirar una cosa.- Y a continuación corrió como alma que lleva el diablo hacia su cubículo. Lo que vió allí le sorprendió aún mas si cabía.
    -Hola de nuevo, señorito.- Le saludó amablemente su viejo acompañante.
    Allí se encontraban los cuatro. Entonces Alan cerró la pierta con cautela, sacando un arma de su bolsillo y apuntándole en la cabeza al pobre viejo. Ni se inmutó.
    -¿Pero qué le pasa? ¿Por qué no reacciona?
    Un conocido sonido resonó de nuevo en el cubículo. La puerta se había cerrado. Susan estaba gritando.

                                Continuará...
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Esos momentos de la vida

              ¡Hola a todos un día más! La verdad es que últimamente por desgracia he estado mas atareado de la cuenta debido a un montón de exámenes y deberes del instituto que he tenido durante esta semana. Menos mal que ya por fin se ha terminado la semana y ya puedo dedicarle un poco más de tiempo a mi blog. El caso es que, leyendo algunos de los blogs que suelo leer habitualmente, en este caso Microcaos, hubo una entrada que la verdad fue como de las que te alegra el día. Y precisamente por eso me gustaria también compartirla con vosotros, y se trata de una breve lista sobre los mejores momentos de la vida de una persona. Aquí va la lista:

-Enamorarse perdidamente de alguien.
-Reírse hasta que te duela la barriga.
-Encontrar miles de correos electrónicos en tu bandeja de entrada cuando vuelves de las vacaciones.
-Caminar por algún lugar lindo.
-Escuchar tu canción favorita en la radio.
-Acostarte en tu cama y escuchar como llueve afuera.
-Salir de la ducha y que la toalla este calentita.
-Aprobar tu último examen.
-Recibir una llamada de alguien que hace mucho tiempo que no ves.
-Una buena conversación.
-Encontrar dinero en un pantalón que no usabas desde muchísimo tiempo.
-Reírse de uno mismo.
-Llamadas a la medianoche que duran horas.
-Reírse sin motivos.
-Escuchar accidentalmente que alguien dice algo bueno de ti.
-Despertarte y darte cuenta que todavía puedes dormir un par de horas más.
-Escuchar la canción que te hacer recordar a esa persona especial.
-Ser parte de un equipo.
-El primer beso.
-Hacer nuevos amigos.
-Sentir un cosquilleo raro en la barriga cada vez que ves a esa persona en especial.
-Pasar un rato con tus mejores amigos.
-Ver felices a las personas que mas quieres.
-Volver a ver a un viejo amigo y sentir quenada ha cambiado entre los dos .
-Mirar un precioso atardecer.
-Tener a alguien que te diga que te quiere.

Fuente: Microcaos
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Un viaje en tren (2ª parte)

          ¡Hola de nuevo a todos! Como veis esta es la segunda parte del relato "Un viaje en tren". En la primera parte vimos como después de hablar con el señor Conrad, Alan sube a su tren correspondiente. ¿Será cierto el aviso de bomba? ¿O simplemente será una gamberrada como llegó a pensar Alan al principio?


    -Perdona, chico. ¿Puedo sentarme aquí?
    -Ehh...- Por un momento no supo que responder.- Claro, no hay problema- Le terminó respondiendo mostrándose algo indiferente.
    -Muchas gracias, joven. Por desgracia, no he podido encontrar otro vagón libre, excepto éste, claro está...
    -Bah.- Le dijo Alan restándole importancia al asunto.- No es nada, señor...- Continuó a la espera de una respuesta por su parte.
    -Señor Barry. Aunque también puede llamarme simplemente “Bar”, si así lo prefiere.- Continuó esbozando una sonrisa en su rostro.
    -Ajá...- Acabó por zanjar la conversación.


    Por lo que Alan pudo ver, aquella persona tendría allá por unos 65 años tirando por lo bajo. Aunque al fin y al cabo, pensó el, nunca lo podría saber con total seguridad. Más que nada porque no se lo permitía. Aquel hombre de avanzada edad llevaba una mediana y antigua boina de cuadros verdes oscuros y rojos, la cuál le ocultaba prácticamente toda la cabeza. Por otro lado llevaba puestas unas grandes gafas de una montura de color oro. <<Maldita claridad.>>, pensó sin dudarlo.
    Al tener el rostro mirando fijamente al brillante suelo de madera más clara aún, el reflejo y la claridad de la luz del sol impedía que se pudieran ver correctamente sus ojos. <<Maldita sea...>>, se lamentaba Alan una y otra vez. Por último, y aunque no fuera invierno, aquel señor llevaba una gruesa bufanda de lana y de colores oscuros, lo que hacía que tampoco se pudiera ver ni su boca ni su cuello. <<Algo oculta, estoy seguro. ¿Y si fuera el?>>, pensó Alan. También llevaba unos brillantes zapatos negros, un pantalón de seda marrón claro, una roída chaqueta y un viejo bastón de madera antigua.
    <<¡Espera!>>, se dijo Alan para sí mismo. <<Creo que todavía puedo hacer algo.>>, pensó de pronto con con una gran sonrisa de oreja a oreja.
    -Perdone, señor. ¿Puedo correr las cortinas? Es que me está dando la luz de frente y...
    -Por supuesto.- Le cortó la voz.- No se preocupe.- Continuó en tono indiferente haciendo un breve gesto con la mano.- Adelante.
    <<Jaque, abuelete.>>, se dijo en su interior como si ya le hubiera ganado la partida. Como si en pocos segundos fuera a desenmascararle.
    Entonces, con un paso lento pero firme, se levantó suavemente de su asiento y corrió las cortinas para luego, con ciertos aires de victoria, sentarse tranquilamente y cruzarse de piernas. Lo tenía.
    <<¿¿Eh??>>. De pronto se quedó frío como el hielo, congelado, paralizado, sin palabras para expresar el miedo que sentía. <<No... ¡No puede ser! Pero lo peor no es que no sea jaque mate, sino que...>>
    -¡¡Abuelo!! Hemos visto el bosque. ¡Es realmente precioso!
    -Ah, ¿en serio? ¿Y qué mas habéis visto?- Les dijo con una sonrisa en la boca y en tono alegre.
    <<¡¿Cómo?! No... ¡Esto lo rompe todo!>> Aquello lo dejó más frío aún si cabía. <<¿Pero cómo puede...?>>, se repetía una y otra vez en su interior. Y después de todo, tampoco le faltaba razón ninguna. Aquél último acontecimiento rompía en mil pedazos todos los esquemas. Todos los planes. Todas las estrategias. Aquello, definitivamente lo rompía absolutamente todo.
    -Perdón. Tengo que ir al servicio. ¿Podría cuidarme el equipaje por unos minutos, por favor?- Se excusó Alan al momento.
    -Claro, no hay problema. Aquí su equipaje estará a salvo conmigo.
    <<Bueno, eso espero.>>, se dijo en su fuero interno con cierto tono de desconfianza. Entonces cruzó rápidamente la puerta de su habitáculo y, con paso rápido y esta vez menos firme, corrió todo lo que pudo hacia el final del vagón, tropezándose a la vez con un hombre algo extraño...
    -¡Perdón!
    ...Hasta que llegó a la puerta de salida, abriéndola rápidamente y saliendo de aquel agobio de vagón. En la parte exterior había una especie de patio a pequeña escala, con unas cuatro macetas, una en cada esquina, una mesita y cuatro sillas repartidas a su alrededor. Y aquella preciosa chica.
     -Hola.- Dijo ella iniciando la conversación.
     -Hola.- Le respondió el en un tono algo mas frío.
     -¿Cómo te llamas?
     -Bryan. ¿Y tú?
     -Yo...- Vaciló por unos instantes.- Me llamo Martina.
     Aquella chica debía tener algo así como unos dieciséis o diecisiete años, y vestía con un largo camisón blanco que le llagaba hasta las rodillas junto con otras zapatillas del mismo color. También tenía el pelo largo y liso, de un color rubio instenso. Era lo que se le podía llamar una belleza. O por lo menos aquello pensaba Alan.
     -¿Y que hay de tus padres?
     -Están trabajando en el extranjero. Yo he venido con mi abuelo y mis hermanos pequeños. Por el contrario mi abuela murió hace poco tiempo.
     -Ajá... Lo siento mucho.
     -No pasa nada. Ahora mismo nos vamos a vivir allí por un tiempo mientras mis padres están fuera.
     -Ajá...- Se volvió a repetir el mismo.- ¿Sabes qué? En realidad...- Al fin optó por decir la verdad y sincerarse con ella. Ya tenía comprobado que no era un peligro. Todo lo contrario.- Mi verdadero nombre es Alan. Alan Blake.
     -¿Y porqué no me dijiste tu verdadero nombre desde el principio?
     -Es una larga historia. Soy inspector oficial de policía, y me han encargado una misión en este tren. Y como comprenderás no puedo ir dándole mi nombre a cualquiera.
     -Ajá...- Intentó copiarle en el tono.- Bueno, yo también tengo que confesarte que... En realidad mi verdadero nombre no es Martina. En verdad me llamo Susan.
     -Ahh...


    El paisaje era verdaderamente estupendo. Los vivos y vistosos colores de la naturaleza se fusionaban con la clara y armoniosa luz del sol. Aquello era ciertamente una delicia para la vista. Aunque en ese preciso momento no tenía tiempo para pensar en ello. Aún todavía no se podía terminar de creer lo sucedido hace tan sólo unos instantes. Aquel hombre tenía los ojos de color verde claro. Y para colmo: Aquellos niños. Exactamente eran tres niños de entre 6 y 9 años. Dos chicos pequeños y una niña mas mayor, la que tendría nueve años. La que le llamó abuelo. ¿Acaso serían aquellos sus nietos? <<Lo mas seguro es que sí.>> Terminó por aceptar Alan.

    <<Vamos a ver, Alan>>, se dijo por hacer un gran intento de poner su mente en orden. <<Que aquella persona tuviera los ojos verdes y apenas se le viera el rostro no quiere decir que tenga que ser esa persona. Además, teniendo aquellos niños a su cargo... No encaja en el perfil de sospechoso. Por desgracia tengo poco tiempo y mucho que investigar. Por ahora lo mejor será que me centre en encontrar más sospechosos. En fin, allá vamos.>>, se quedó pensativo. Y así de pronto, se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta.
    -Jaque, mate.- Escuchó decir por detrás de la puerta.
    -¿Eh?- Se quedó sorprendido.- ¿Qué?
    Y entonces fue cuando intentó abrir la puerta sin éxito alguno. La habían cerrado desde dentro con fuerza. Simplemente: La habían bloqueado.
    -Parece que nos hemos quedado atrapados.- Dijo aquella chica.
    -Eso parece.- Tuvo que reconocer con cierta rabia en su interior.

                                            Continuará...

Por: Jonathan Molina
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Un viaje en tren (1ª parte)



           ¡Hola a todos! Aquí comienza la serie de relatos "Un viaje en tren", compuesto de varias partes. En este caso la historia trata sobre Alan, un inspector de policía al que pocos días antes de partir en tren hacia su pueblo natal le envían una carta con aviso de bomba en un ficticio 1848. ¿Qué habrá de verdad en esta historia? La única manera de saberlo es leyendolo! En fin, espero que os guste y que lo disfrutéis!! ;)





        <<En ese preciso momento me encontraba en el despacho de mi buen y viejo amigo Conrad. En realidad estoy en su particular despacho de casa. Él y yo nos conocemos desde que nací, ya que en su  día él y mi padre fueron grandes socios, hace ya mucho tiempo, claro. Actualmente mi padre... bueno, está muerto. Concretamente lo asesinaron brutalmente ante mis ojos. En fin, creo que fue precisamente por eso por lo que me hice inspector oficial de la policía de Londres. Quién sabe. A lo mejor...>>
    -Alan- Exclamó-. ¿Es que no me estás escuchando? El té se te va a quedar frío- A continuación le señaló con el dedo índice una taza situada encima de una preciosa mesa de color caoba.
    -Disculpe, señor. Es simplemente que estaba pensando en...
    -No tienes por qué disculparte- Le reprimió al instante-. En mi opinión un hombre en condiciones, hecho y derecho, sólo debe disculparse cuando se lo requieran.
    <<Jé- Pensó en tono burlón-. Pues menuda opinión.>>, se limitó a pensar Alan al mismo tiempo que le echaba un buen sorbo a su taza de té caliente.
    -Por cierto, mi querido Alan...- Volvió a tomar la palabra el señor Conrad. Alan siempre solía dirigirse a él como "Señor Conrad", como en respeto a los grandes amigos que fueron su padre y él, mientras que por el contrario Conrad se dirigía a él por su nombre. Era como una especie de constumbre que tenían entre ambos- ¿Aún todavía tienes pensado tomar ese tren? ¿Terminaste considerando mi opinión o qué?
    -Pues...- Vaciló por unos instantes...- Sinceramente; no.- ...Aunque al final se decantó por decir la verdad.- Ya sabes que tanto como inspector de policía como buen ciudadano no puedo abandonar ese tren. Simplemente, mi dignidad y mi orgullo me lo impiden.
    -Pero... Alan...
    -Finalmente he tomado una decisión, y es que tengo pensado coger ese tren. Y punto. No hay mas que hablar.
    -Alan, ya sabes lo que diría tu padre... Considéralo por un momento, por favor.- Hizo un breve intento por hacerle entrar en razón.
    -Ahora mismo mi padre está muerto y no piensa nada. A veces uno tiene que hacer ciertas cosas aunque los demás no se lo recomienden.
    -Bueno.- Terminó por ceder el señor Conrad de mala manera.- Haz lo que quieras. Pero no quiero que luego digas que no te lo advertí. Mas que nada por que a esa hora ya estarás muerto.- Sentenció.
    -Mi querido Conrad.- Le contestó en un tono algo irónico y gracioso.- Estamos en el siglo veinte. No en la Edad Media, donde los señores feudales hacían lo que les viniera en gana con sus siervos. Cogeré ese tren, te guste o no. Además...- Hizo un intento por justificarse.- Tampoco es seguro que halla una bomba de verdad.
    -Pero sí es lo mas seguro. Te recuerdo que tú mismo lo dijiste. Aunque fuera una simple gamberrada... ¿Quién querría gastar tal broma de mal gusto a unos ancianos, madres y niños pequeños que se dirigen al pequeño pueblo de Kingstrain a ver a sus más queridos familiares? Tu mismo lo dijiste. Eso carece totalmente de sentido común.
    -Escúchame.- Le dijo Alan entre susurros.- Aunque finalmente decidiera no coger ese tren, la jefatura superior de policía me ha ordenado que coja ese tren y que garantize la seguridad de todos sus pasajeros, aprovechando que decidí tomarme una semana de vacaciones hacia ese pueblo. Y precisamente por eso sospecho que alguien se ha podido enterar de aquello y por eso lo de la bomba. ¿Me entiendes mejor ahora?
    -Mmm.- Se quedó pensativo Conrad.- Ya veo. Ahora te entiendo un poco mejor. Pero aún así de todos modos no me sigue pareciendo muy buena idea.
    -Ya lo sé.- Le contestó al tiempo que se levantó de su cómodo sillón de madera para coger su chaqueta de cuero negro y ponérsela con algo de elegancia.- Bueno, me tengo que ir. Mañana sale dicho tren, así que tendré que prepararme bien. En fin, que descanses. No hace falta que vengas mañana a despedirme.- Le aclaró.
    -De acuerdo. En fin, adiós.
    -Nos vemos, viejo.- Y acto seguido cerró la puerta con suavidad.
    <<Vale. Puede que Conrad quizás sea algo testarudo y cabezón, pero en el fondo es lo que se le puede considerar buena gente.>>, pensaba Alan.
    Ayer recibió la carta. Era de color marfil, sin remitente ni destinatario. Era como una declaración en la que decía que una bomba de grandes dimensiones estallaría en el quinto tren del día, camino a Kingstrain. Un chivatazo.




    Aquella mañana hacía un intenso frío. Un frío que calaba los huesos. Un frío que congelaba el alma. Era la mañana justo después de la distendida conversación con el señor Conrad. La mañana en la que saldría dicho tren. El quinto y maldito tren. Y Alan lo sabía. Estaba bien preparado. Sabía lo que se jugaba. Pero aun así prefería sentir que lo tenía todo controlado. Le agradaba aquella sensación. El tren estaba a punto de salir.
    -Pero Conrad...- Inició de nuevo la conversación Alan.- Ya te dije que no hacía falta que vinieras a despedirme. Sólo estaré fuera una semana.
    -Bueno, no tenía nada mejor que hacer.
    -¿En serio?
    -¿Algo mejor que visitar a mi amigo del alma? Imposibe.
    -Te agradezco el detalle.
    -Bah, no es nada.- Le contestó al mismo tiempo que le dió un fuerte y firme abrazo, dejándole una pequeña pistola en su bolsillo derecho.
    -Lo siento.- Le impidió.- Pero no puedo aceptarlo.
    -Mi querido amigo. ¿Y quién sería mas capaz de usarla que el mejor inspector de policía del país? Yo... Ya estoy muy viejo para usar esas cosas. Es una vieja que compré cuando yo tenía tan sólo veintitres años. Hace ya varias décadas. Ya no me acuerdo de cómo manejarla. Estoy seguro de que tu sabrás sacarle mejor partido.
    -De eso puedes estar seguro.- Le prometió.- Bueno, mi tren está apunto de salir. Será mejor que me vaya corriendo.
    -Ten mucho cuidado.
    -Lo tendré, viejo.- Terminó al tiempo que le guiñó un ojo.


                                    Continuará...


Escrito por Jonathan Molina
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